La Orden de las Hijas del Rey
Capítulo Llenas de Gracia
¿Quiénes Somos?
Las Hijas del Rey es una orden para mujeres que son comulgantes con la Iglesia Episcopal, iglesias en comunión con ella o iglesias en el episcopado histórico, aunque no sean en comunión con ella. Hoy nuestra membresía incluye a mujeres de la Iglesia Anglicana, Episcopal, Luterana (ELCA) y la Católica Romana. La Orden fue fundada en 1885 por Margaret J. Franklin en la Iglesia del Santo Sepulcro en la ciudad de Nueva York (hoy en día la Iglesia de la Resurrección). Nuestra tradición anglicana incluye una visión Episcopal que reconoce que la Sagrada escritura contiene todo lo necesario para la salvación, acepta el Don del Espíritu Santo en el bautismo, la verdadera presencia de nuestro Señor en la Santa Eucaristía y la adoración según El Libro de la Oración Común. Los miembros se comprometen a seguir una Regla de Vida, incorporando la Regla de la Oración y la Regla del Servicio. Por la reafirmación de las promesas hechas en el Bautismo y la Confirmación, una Hija se compromete a seguir un programa permanente de oración, servicio y evangelización, dedicado a la difusión del Reino de Cristo y al fortalecimiento de la vida espiritual de su parroquia.
Regla de Vida de una Hija
Regla de la Oración En la vida Cristiana nada puede sustituir a la oración. Es un recurso diario como fuente de vida y fuerza para la Hija. Cada miembro debe establecer su propia regla de oración diaria. La comunicación con Dios debe ser una relación de crecimiento y profundización con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta Regla de Oración de la Hija debe ser valorada y atendida. Debe ser escogida después de hacer oración, releída regularmente y revisada periódicamente. La Regla de la Oración incluye orar diariamente: Por la unidad de la Iglesia de Cristo. Por la extensión del Reino de Dios, especialmente entre las mujeres y las jóvenes. Para que Dios bendiga a los miembros de la Orden. Por el crecimiento espiritual de la parroquia y por el clero de la parroquia a quien el capítulo le debe lealtad. Por la gracia de seguir nuestra Regla y por nuestras propias necesidades.